PASEO NOCTURNO
Con pasos dorados
entre nubes de algodón y pinceladas de añil y rosa la tarde se fue marchando
por el sendero curvo del lejano horizonte. Mientras se iba alejando se abrieron
las ventanas del cielo, y aquel techo infinito se fue llenando de estrellas que
me invitaban con sus guiños que les acompañara en un paseo nocturno.
Acepté encantado la invitación y con la ilusión por equipaje
fui caminando ilusiones por los senderos de la noche, a la luz de sensaciones
en carne viva.
Y volví a leer aquellos pasos que un día fueron luz y espejo,
y encendí la luna llena de las vivencias
que nacían al calor de un sueño al otro
lado de la almohada.
Sonaron de nuevo aquellas
músicas que fueron cómplices y amigas, y sonreí entre compases de tic tac y
notas irisadas en un pentagrama de emociones.
Todo seguía igual y todo había cambiado en aquel rincón en
las fronteras de la madrugada. Las paredes son horizontes de luz con paisajes de alba y atardecer. El techo cuajado de estrellas
es un lienzo infinito donde pintar deseos con pinceles luminosos de estrellas fugaces.
La luna llena es un folio de luz para escribir sonrisas en
las claras del día. El aire nuevo trae
aromas de primavera en flor en la playa de una sonrisa infinita, en el reflejo
dorado de una mirada que se hace espejo
de la tarde.
Sentado en un banco sin fronteras el tiempo me ha sonreído
mientras ha parado su pasar bajo el calor de una farola en flor. Entre sus
manos me trae un corazón transparente y una mochila infinita. Uno para vivir nuevos sueños, la otra para guardar las sensaciones
nuevas que nacen a la luz de un nuevo horizonte.
Y las calles se han vestido de colores con el reflejo irisado
de mil persianas y el guiño tricolor de los semáforos al borde del tiempo. Y
los árboles han comenzado a bailar de la mano de la suave brisa de la madrugada.
Un cortejo de hojas danzantes forma cortina y alfombra al paso de unos
recuerdos por vivir.
Caminando emociones he llegado hasta el mar. Eterno amigo y
cómplice sonríe con luz de luna llena y cálido abrazo de espuma blanca.
Almohada y folio la playa me saluda con sonrisa de olas en flor y canciones de
sal y luna. Y me uno, una noche más, con la inmensidad azul que forman cielo y
mar.
Allá a lo lejos, donde el cielo se une con el mar,
tímidamente asoman los primeros pasos del amanecer con ecos de rosa y oro, y besos de estrellas
en su despedida.
En homenaje a todos al aire, al tiempo, al mar, a la luna y
las estrellas, a la música y las letras, a los árboles, he dejado una rosa en
la playa para que el mar y el viento la lleven hasta ese lugar donde nacen
todos los sueños, al otro lado de la realidad.
Al llegar el nuevo día una mirada de universo me abraza para
seguir soñando, para vivir.
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