martes, 18 de agosto de 2020


                                  ENCUENTRO

Con el retraso habitual el autobús llegó a aquella parada. Sobre la acera varias personas esperaban su llegada. Unos tras otros  subieron y el autobús prosiguió su camino entre las calles de la ciudad.

En unas paradas bajaban sueños a punto de empezar su andadura, en otras subían esperanzas tras un tiempo de afanes entre las manecillas de un reloj con traje blanco y negro de números, que se harán presente y ahora por un instante.

Como cada día en el autobús se daban cita cientos de sueños e ilusiones, vidas con nombres ignorados que buscaban un afán entre otras vidas desconocidas, en el encuentro cotidiano.

Y sin embargo nadie sabía de nadie, todo se perdía en la incógnita y el anonimato, todo a la luz de aquel encuentro diario a las 7.30 de la mañana, en una parada de autobús, en una línea cualquiera de una ciudad cualquiera.

Una mirada de verde esmeralda esperó su momento para validar su tarjeta de viaje. Una y otra vez rebuscó en su bolso la tarjeta, que testaruda se resistía a aparecer. Con los nervios encendidos proseguía su lucha en los fondos de su bolso,  tras ella comenzaron los murmullos en la fila que aguardaba para validar el viaje.

Buscó también en su monedero unas monedas para abonar el billete, pero no llevaba monedas. Mientras se apartaba a un lado para no interrumpir a los demás viajeros prosiguió su afanosa búsqueda.

Cuando estaba a punto de abandonar presa de los nervios unos ojos con paisaje de universo en las pupilas se le acercaron. Con voz de miel y perfume de rosas le dijo…Ya está, mientras le abona el viaje con su tarjeta. Sin saber cómo reaccionar aquella mirada de esmeralda abre una sonrisa de arcoíris mientras susurra un gracias apenas contenido.
 Mueve sus manos nerviosas mientras apenas acierta a decir mañana te lo pago en monedas o con la tarjeta, tras ella un NO se oye elocuente y firme al otro lado de la mirada de universo.

Y con una sonrisa se alejó camino de un asiento. Al despedirse en una parada una sonrisa cómplice las unió mientras se despedían.
El día siguiente se presentó cómo los anteriores, y como los que vendrían después, con sus afanes y sus prisas, su retraso  en el  autobús y las colas para subir.

En el momento del reencuentro una sonrisa infinita escribió HOY pago yo, mientras se encendían los ojos y la emoción dibujaba amapolas en las mejillas.
En el momento de validar  coincidieron las dos manos. Roce sutil, fugaz y efímero de un encuentro en los renglones del día.

Dos asientos vacíos fueron el punto de encuentro y dos miradas que  se invitan a compartir viaje. Por el camino la coincidencia de muchos gustos y a la contra de otros y entre medio sonrisas y palabras entrecortadas, y un deseo común de seguir en contacto.

Al llegar el momento de despedirse una sonrisa más y un beso en las mejillas escribe afinidad cómplice entre dos miradas.
Han pasado los día, y la vida prosigue su diario caminar, el bus con su retraso y la misma gente con los mismos afanes. Hoy no hay asientos vacíos y si mucha gente de pie.
 Una de aquellas miradas hoy no vino y acompañadamente sola la otra mirada se pierde entre músicas mientras evoca aquel momento fugaz y efímero.
Unas manos con mirada de universo rozaron su piel y escribieron renglones de arcoíris con letras de seda y coral, mientras un autobús recogía esperanzas por las calles de la vida, y repartía sueños por las aceras de la realidad.

NOTA: Un mensaje en el teléfono móvil le da los buenos días y le pinta un  corazón con una sonrisa.  



                                 Foto bajada de la red
                                 https://youtu.be/zZwzU5FVNvY