sábado, 27 de abril de 2019


HUBO UNA VEZ

Hubo una vez un tiempo en el que recorrimos el país de los sueños con pasos de fantasía. Por caminos transparentes transitamos emociones y dibujamos palabras en las almohadas blancas de unos folios en flor. Y descubrimos paisajes de deseo, de anhelos al otro lado de las letras.
 Hubo una vez un tiempo en el que soñar era escribir tu nombre en un beso en el aire, y contemplar como sobrevolando una oscura distancia llegaba latente y ansioso hasta tus labios a punto de beso. Era ver como una caricia en sequía se hacía una ola cálida que surcaba un mar hecho ausencia, y llegaba hasta la playa de tu mejilla encendida.
Hubo una vez un tiempo en el que jugábamos a contar estrellas en el cielo enamorado de nuestras miradas, y  mientras soñábamos deseos las estrellas fugaces llevaban nuestros anhelos al lugar donde nacen todos los sueños. Aprendimos a caminar ilusiones a la luz de la luna llena, a escribir esperanzas en el horizonte difuso de un sueño entre dos almohadas.
Hubo una vez un tiempo en el que la música era un mismo paisaje en  dos miradas con distinto horizonte, y las notas irisadas encendían las orillas de un océano oscuro de ausencias. Las paredes de nuestros sueños se llenaron de emociones con notas de colores, de paisajes con olor a esperanza, de emociones guardadas entre abrazos de letras.
Hubo una vez un tiempo en el que jugamos a vivir, y paramos el tiempo en una esfera sin fronteras ni números. El sol nos prestó el día y la luna su blanca almohada. Y soñamos, y le pusimos aromas a los sueños, olores de flores nuevas que nacían en dos miradas y se llenaban de primavera cada vez que se fundían en un mismo horizonte.
Y le pusimos colores a los sueños. El arco iris nos prestó su paleta redonda y aquellos mundos transparentes se llenaron de vida y de luz. Vino luego la música. Los aromas y los colores se fueron fundiendo en notas en un pentagrama infinito. El cielo se cubrió con una sonrisa multicolor y en el aire sonaba una sinfonía plena de vida. Hubo una vez un tiempo en el que escribimos poemas de olas y espuma, con letras de besos encarnados en la playa de tus mejillas. Nuestras manos unidas se alzaban contando estrellas y nuestras miradas se hacían espejos de plata mirando a la luna llena.
Hubo una vez un tiempo en el que al abrir una ventana había una sonrisa al otro lado del folio, y al mediodía jugábamos con las sombras del sol sobre nuestros besos. Y al llegar el ocaso nos hicimos horizonte sobre una mirada hecha de atardecer. Y luego llegó la noche.
Hubo una vez un tiempo en el que en las fronteras de un sueño jamás se ponía el sol.
 
                            
                                  Foto bajada de la red
                                  https://youtu.be/_KDAihXD7b4