EN EL PRINCIPIO
En el principio era el sueño. Transparente y sin formas fué a
nacer un día cualquiera, de un tiempo indefinido, en un calendario sin hojas ni
tiempo.
Empezó a caminar por un espacio sin medidas, en medio de un
silencio oscuro, entre tonos de gris ausente. Aconteció que en un recodo de la
nada se encendió un rayo de luz.
Y conoció al sol, la
luna y las estrellas. Al abrigo de su
luz y su calor se quedó dormido. Al despertar se vió caminando de la mano de
ellos por un paisaje imaginario, que crecía según lo ideaba.
Tras cada paso le fueron poniendo nombres a todo aquello que
podía imaginar. Al suelo blanco que pisaba lo llamaron folio, y estaba cubierto
por bellas criaturas azules que llamaron letras, con las cuales se formaban
palabras, y con éstas se podían decir cualquier cosa y se reflejaba cualquier
modo de vida.
Un poco más lejos conoció un corazón con el alma
transparente, y supo que él daba forma a las letras desde un lugar llamado sentimientos, donde nacían
todas las formas. Y las llamaba amor, cariño, afecto, aprecio, amistad, odio,
rabia, encono., etc.
Prosiguió su camino y en otro recodo volvió a estar dormido.
El suave ruido de unos pasos lo hizo despertar. Y conoció al tiempo. Y le habló
de su pasar sin ser notado. A sus pasos los llamaban tic tac, y aunque lo
encerraban en jaulas de todas formas, él era libre, pasaba siempre sin pedir permiso a nadie.
A veces lo acompañaban unos amigos a los que llamó números.
Eran de formas curiosas y con el cuerpo de colores. Le contó que toda la vida
conocida se regía por sus pasos, y que
tenía tres habitaciones en su alma, ayer, hoy y mañana, donde el ayer estaba
escrito y era pasado, el hoy se escribía a cada momento, y el mañana era el
porvenir que esperaba ser vivido y escrito.
Si quieres desde hoy iré contigo le dijo al sueño, sin que me
notes, sin decirte nada, pero a tu lado, y sonrió con la sonrisa de sus agujas a las diez y diez.
Al poco camino andado miró hacia lo alto y descubrió un techo
de azul infinito, y en él unas formas blanco de nieve. Y le contaron que eran
las nubes, y supo que en ocasiones vestían de oro y rosa, de gris o negro, y discutían con voz de trueno
y saltaban chispas en sus enfados. También que lloraban y sus lágrimas eran
llamada lluvia.
Supo también que tras la lluvia el sol salía a veces y sonreía y nacía entonces el arco
iris.
Y así luz y folio, bolígrafo y tiempo, cielo y nubes, fueron conformando
el paisaje de una historia que se empezó
a escribir en una tarde de invierno al abrigo de un sueño.
A lo lejos el mar alzó su voz de espuma y olas mientras
abraza al sol entre nubes de oro.
Foto bajada de la red
https://youtu.be/hD4KMp22jBg