PINCELADAS
Apenas amaneció la gente se fue congregando en una larga fila
a las puertas de la galería de arte. En este día exponía su obra la pintora más
famosa del momento. Su obra, mezcla de muchas influencias, tenía retazos delos
maestros que habían inspirado su vida. Desde Pisarro hasta Miró, desde Cezzane hasta Sorolla, Van Gogh y Leonardo, El Greco,
Zurbarán o Velázquez, fueron dejando su impronta en un alma que dejaba trozos
de sí misma en cada lienzo, tras cada pincelada.
Su pintura, sin línea definida, era reflejo de inquietudes
con alma de búsqueda constante. Igual soñaba
atardeceres con la luz de Sorolla o girasoles de Van Gogh
en la almohada, y luego paseaba por los jardines de Cezzane y rezaba sueños con
Zurbarán. El Greco o Velázquez a la luz de sus imágenes.
Desde su más tierna infancia sus dedos jugaban con los pinceles y los colores, y a medida que
crecía su mente inquieta, buscaba momentos infinitos para hacerlos espejo en su
caballete.
El aroma del jardín bajo su ventana le perfuma el aire con
las cuatro estaciones, mientras alguna noche se asomó para ver a la luna
iluminando en cuatro fases el callejón de alguna ciudad que nunca duerme, o un rincón bordado de jazmín en flor y buganvilla de un pueblecito encalado tendido al sol.
En una buhardilla se agolpaban pinturas y brochas, pinceles y
lienzos, caballetes y acuarelas con un millón de colores flotando en el aire. Olía a
bodegones y alacenas, a chimeneas en
invierno y jardín florecido en primavera. Olía a sueños y lágrimas, a rosas y
girasoles, a vírgenes y cristos, a playas y siembras a punto de flor.
La lluvia dejaba su
olor a tierra mojada y el frío endurecía el aire y congelaba los sueños.
También se hacía reflejo de las nevadas cumbres de alcobas a solas, y ventanas
vestidas de nieve tras las montañas lejanas.
Y conoció museos, y aprendió de cada cuadro y cada maestro
formas y detalles, luces y sombras, colores y caminos, gritos y silencios.
Entre pinceles y libros, buhardilla y museos se fue formando su hoy. Y se hizo grande entre los grandes.
Aquella exposición era su sueño más hermoso, su deseo más íntimo,
su orgullo. Y con el corazón exultante se encaminó hacia la sala de arte. La fila
para entrar iba en aumento y la expectación era enorme. Los apretones de manos
y las felicitaciones la envolvieron hasta poder entrar, mientras sonreía feliz.
Con una carpeta en las manos una de aquellas personas ha
llegado hasta ella. Al abrirla una estrella fugaz se iluminó en sus ojos y una sonrisa infinita se abrió en sus labios al contemplar aquellos esbozos de
colores.
Aquellos dibujos eran sus primeros intentos de reflejar el
mar que veía desde su ventana. Una cara del folio toda llena de trazos azules
cuál Miró, y un sol amarillo cuál Sorolla eran su mar y su cielo.
Al otro lado unas caras de realismo cúbico cuál Picasso daban
vida a un establo con sus animales. Rendida de emociones se fundió con aquella
persona en un abrazo infinito.
Al cerrar aquella carpeta renació en ella aquella niña de
cuatro años que soñó sus primeros trazos en un folio. Y la apretó con fuerza
contra su corazón.
Desde ese instante ella tiene un trozo más de sus recuerdos,
y yo un trozo de corazón menos.
https://youtu.be/QIAgmHKUeJU