jueves, 24 de diciembre de 2020

 

                   LA SEÑAL  (2a PARTE)

Caminaba el verano las primeras semanas de Julio plenas de calor y humedad. El cielo estrellado como nunca, en noche de luna nueva,  incitaba a salir a la explanada situada frente al observatorio y contemplar la bóveda celeste.

La calma y la paz de la noche se rompieron en mil pedazos cuando de repente sonaron todas las alarmas. Los ordenadores y los receptores de ondas anunciaban algo inusual. Los nervios disparados y las prisas por saber se adueñaron de la sala de control.

En las pantallas se dibujaba una intensa luz y un eco de radio sobre sus cabezas ¿Qué hacer en estos momentos? ¿Avisar a las fuerzas aéreas, al gobierno, de qué se le podía avisar y para qué?  

A toda velocidad y con los ordenadores trabajando al límite calcularon la trayectoria de una posible caída. Con estupor y espanto vieron que los números decían que caería muy próximo a la estación.

Así pues se prepararon para llegar cuanto antes al lugar del posible impacto. Cargaron sus vehículos del instrumental necesario y con sus localizadores se encaminaron hacia dicho punto.

Su sorpresa fue en aumento al comprobar que aquella luz era ya visible en el cielo. Una nube luminosa de color azulado descendió suavemente y se paró frente a ellos, como esperándolos.

La luz se puso en marcha iluminando el sinuoso camino delante de los vehículos que marchaban a toda velocidad entre polvo, curvas y revueltas, conduciéndolos hasta una aldea entre rocas.

La luz se detuvo sobre la aldea e iluminaba todo a su alrededor como si fuera de día, dejando ver una cueva que parecía estar encendida. De repente se hizo el silencio y todo quedó como suspendido en el tiempo.

La extraña luz se posó suavemente en la tierra  a la entrada de la cueva y apagó su brillo. Una vez llegados a la cueva los científicos se pusieron sus trajes antiradiación  y  con focos y linternas avanzaron hacia el interior.

 Intrigados por la luminosidad los científicos avanzaron llenos de temor y curiosidad. Una vez dentro, un resplandor que lo  iluminaba todo alumbraba una escena infinita.

Recostada en el suelo, entre mantas, una mujer joven, casi niña, acababa de dar a luz a su hijo. A su lado la partera limpiaba  la frente de la madre y cubría al recién nacido con pañales inmaculados. De pie, un joven  padre contemplaba la escena, lleno de alegría, mientras un alboroto llegaba desde la entrada.

En el dintel del rellano unos seres con  extraños trajes acababan de entrar y miraban sorprendidos. La madre sostenía entre sus brazos al recién nacido mientras la cueva se llenaba  de luz.



                             Imagen bajada de la red

                             https://youtu.be/hD4KMp22jBg

domingo, 20 de diciembre de 2020

 

                         LA SEÑAL 

Cuentan que hubo una vez un  grupo de científicos  que  vivían en una Estación de Seguimiento Orbital, que se afanaban en estudiar el cielo y sus misterios a la luz de la ciencia.

 Contaban con un inmenso telescopio,  y una antena receptora de ondas, los más grandes del mundos, para sus es estudios. Ubicados en una remota tierra, de un lejano país, aislados del mundo, tan solo volvía a sus casas de vez en cuando para coger fuerzas y recargar ilusiones. 

Contaban con una inmensa biblioteca donde recogían  y guardaban historias y tradiciones, leyendas y mitos, referentes a antiguas civilizaciones de todos los pueblos del mundo. Bajo tierra tenían unos sótanos con salas llenas de ordenadores  que les ayudaban y donde guardaban sus estudios en infinitos ficheros.

 Desde hace unos días su vida tranquila  y calmada está siendo alterada por una extraña señal, tanto luminosa como de radio, que aparece en sus equipos, y que parece acercarse cada segundo que pasa.

 Fuera de cualquier parámetro o medida que la asimile a planeta o meteorito, estrella o cualquier otro cuerpo celeste, aquella señal parecía estar cada vez más cerca. Tenía además un comportamiento extraño, como inteligente, parecía saber cuando los científicos debatían sobre ella.

 Era entonces cuando aumentaba el brillo o más fuerte era la señal de radio. Aquello no tenía respuestas, pero sí muchas preguntas. Unas veces parecía estar en plena atmósfera terrestre, y en otras parecía orbitar, como estudiando algo.

 Y lo más extraño era que tan sólo ellos y nadie más sabía de aquel extraño fenómeno. En el resto de observatorios del mundo nadie sabías nada, pese a que les fueron remitidas las coordenadas de ubicación, y las antenas y telescopios miraban y escudriñaban en aquella dirección. 

Entre asustados y sorprendidos miraban a los cielos cada día, cada noche, en espera de ver a aquella señal que les permitiera descubrir el cómo y el porqué de aquella anomalía.

 Era una noche más, de un día cualquiera, noche oscura de luna nueva, cuando la señal se apagó bruscamente de todos los instrumentos. Tras comprobar todas las pantallas y quedar todo en silencio un extraño impulso los hizo salir al patio central de la Estación. 

Agrupados en torno a la entrada del edificio miraron todos al cielo. Una combinación de luces rojas, amarillas y verdes iluminaba la explanada.

Era la señal.



                        Imagen bajada de la red

                        https://youtu.be/mm1hf_S4uxY

martes, 1 de diciembre de 2020

 

                     LA DAMA DEL LAGO

Con reflejos del amanecer en las pupilas, por los senderos en semipenumbra del cercano bosque, he adentrado mis pasos  entre las nieblas matutinas.

Busco ese momento mágico donde el sol besa el agua del lago con labios de oro y fuego, y el agua lo abraza con brazos de arco iris y mirada vestida de plata y azul infinito. Huele el aire a emociones contenidas, a tiempo detenido entre luz y agua, sol, niebla y bosque.

 Los pájaros sueñan en su pentagrama alado entre notas multicolores, en una coral de trinos infinitos. Sobre la piel de tierra del bosque mil senderos se adentran en la espesura buscando el trino de los pájaros, el sosiego y paz de las aguas del lago, o el horizonte infinito de unas montañas que parecen querer acariciar el cielo.

 Llego hasta una fuente que fluye cantarina entre piedras en un recodo del camino. Haciendo un cuenco con las manos bebo de aquel agua pura y cristalina y la energía de la madre tierra me inunda de fuerza y de sensaciones.

 Ensimismado por el rumor del agua he cerrado los ojos. Al abrirlos, al otro lado del sendero, entre nieblas de alba y luz, una figura femenina me mira sonriente, mientras sostiene entre sus manos una rosa.

 Asustado miro a todos lados buscando una explicación. Sin parar de sonreír me invita a sentarme a su lado en las cercanas piedras. Con voz angelical me cuenta que es la Dama del Lago, aquella que vienen a buscar pintores, músicos y todo tipo de artistas, pues cuentan que concede a quien la ve la magia de la inspiración.

 Nada de eso soy, le cuento, tan sólo busco la belleza, y allá donde la encuentro la guardo en el lienzo de una fotografía, para luego compartirla con los demás, y que puedan admirarla.

 Sonrió complacida y mirándome con miel y seda en las pupilas me cogió las manos y me sentí lleno de luz y de felicidad. Al despedirse me dejó un beso en las mejillas y un olor a primavera en el alma.

 Se adentró en el bosque y luego se difuminó su silueta entre las nieblas del lago. Aturdido por la emoción y con el corazón exultante miré mil veces por límites del bosque, por las orillas del lago.

 El sol en su cenit derramaba su luz sobre los cuatro puntos cardinales y hacía del lago un inmenso espejo de agua. Al alejarme en pos de mi camino hice una fotografía y volví la mirada hacia el lago.

 Allá donde se funden la realidad y el sueño, entre nubes difusas una figura femenina llevó su mano a su boca lanzando un beso, y luego la alzó diciendo adiós, mientras su figura se difuminaba entre los rayos del sol.

 En ese preciso momento un beso se posó en mis mejillas y una rosa aparecía  sobre mis manos.



                                                     Imagen bajada de la red

                                                     https://youtu.be/-i5UGbURIUU