DOS MIRADAS
El café recién hecho esparce su aroma en el aire formando una
cortina casi transparente. Una mirada de inquieto azul observa la entrada a la sala, como
esperando.
Poco después unos pasos con olor a rosas recién abiertas se acercan
para acomodarse en una mesa cercana. Tras un tiempo en silencio ambas miradas han sobrevolado la sala,
entre las nubecillas del aroma del café.
Y se han encontrado en el cielo de un silencio, en las
fronteras de un espacio infinitamente pequeño. Y como cada día tras el fugaz
encuentro vuelven a su mundo, a su realidad cotidiana.
Hoy quiso el azar que las dos miradas antes de la realidad
fortuita, y ante un imprevisto casual
dos sonrisas se unieron en un momento infinito
Poco después llegaron las palabras de presentación, y con
ellas se abrió un libro de hojas en blanco para escribir con letras de sonrisas
y palabras de vida el acontecer cotidiano, ilusiones y desencantos, esperanzas
y desengaños, un día a día compartido en una sala, en una mesa junto a una
cristalera, al abrigo y aroma de dos cafés recién hechos.
Hoy, que ha pasado el tiempo, ya no
hay sala ni cafés, ni cortinas con su aroma, ni tampoco aquella mesa junto a la
vidriera. El mismo azar que juntó
aquellas miradas, aquellas vidas, decidió un día separar aquellos encuentros y
darles otro rumbo. Al otro lado de unas pantallas de teléfonos unas manos
escriben saludos y vivencias, sueños e ilusiones al calor de unas tazas de café
recién hecho, entre una cortina de sonrisas con aroma de amistad sincera.
Hace frío en la calle aunque el sol
brille tímidamente sobre un techo azul tachonado de nubes. Como cada día sube
al autobús y busca el asiento de siempre. La música de Vangelis le va envolviendo poco a poco, dibujando
sueños ajeno a ruidos y bocinas.
Unos ojos de negro azabache llegan
hasta el fondo del autobús, desde la parada de cada día, y busca también su
asiento diario. Hoy, como tantas otras veces, apenas hay viajeros, que irán
subiendo a medida que el autobús se adentre por el centro de la ciudad.
Cruzando un silencio de asientos
vacíos dos miradas se encuentran sobre un espacio efímero y a veces infinito.
La realidad cotidiana dibuja cada día sobre un mismo escenario la galería
cambiante de nuevas caras y otras miradas que se cruzan por un segundo, y que
después se pierden tras el bullicio.
Apoyadas en cualquier hueco u ocultas
tras otras miradas viajan cada día dos silencios, dos miradas, que visten sus sueños tras una cortina de
música, la pantalla de un teléfono o perdiéndose
en el paisaje urbano.
De vez en cuando ambos silencios
rompen el vacío que los une para fugazmente encontrarse en el espacio vital de
una mirada a contravía.
Una, dos, tres veces se han
encontrado casualmente al mirar alrededor suyo. Después vuelve el silencio a
ocupar el tiempo. Suena la música mientras cierra los ojos en su asiento
preferido. A su lado suben y bajan más y
más personas ocupando el espacio y asientos vacíos.
Hoy como cada día ha subido en su parada, pero no hay asientos libres. Una sonrisa azul
le ha ofrecido su asiento que ha rechazado con una sonrisa de negro azabache.
El azar ha querido dibujar escenario, personajes y escena varias veces en ese
algo llamado tiempo.
Siempre la misma sonrisa azul, la
misma sonrisa azabache, la misma mirada azul, la misma mirada azabache. Hoy por
enésima vez vuelve a sonar la música en el asiento de siempre. Y el asiento del
final vuelve a estar ocupado como cada día. Y han vuelto a encontrarse fugaz y
casualmente dos miradas en un espacio de asientos vacíos.
Hoy ha cesado la música como
siempre al llegar a su destino. Al bajar
del autobús dos miradas fugaces se han encontrado al final de un folio. Dos
silencios han callado sus palabras, dos miradas han ocultado sus pensamientos
tras la pantalla de un teléfono, tras la cortina de una música.
Imagen bajada de la red
https://youtu.be/-dEySqWfzgc?feature=shared