SILUETA
Desde los pasos solitarios de mi soledad a cuestas aprendí a
dibujar tus pasos para hacer un solo camino de dos senderos paralelos y un mismo
destino.
Desde la sonora oscuridad de mi silencio callado aprendí a
encender tu voz cada amanecer para
iluminar los rincones redondos de mi caminar en tu espera.
Desde la sequedad desierta del vacío absoluto aprendí a dibujar
tu nombre con las letras de tu beso para hacer de cada día un oasis de luz y
esperanza.
Desde la nada infinita de mi universo a oscuras aprendí a
encender las estrellas de tus ojos para alumbrar mis anhelos a la luz de tu
mirada.
Desde el páramo yermo de tus caricias ausentes aprendí a dibujar
sensaciones con las flores de unas letras, y les hice un florero para ti en la
nube de un folio.
Desde el doloroso silencio de tu ausencia callada aprendí a
soñar músicas en el pentagrama de una
sonrisa que estreno para ti cada nuevo amanecer, cada nuevo encuentro en las
aceras de un beso.
Desde la vida que se duerme cada anochecer aprendí a vivir
cada segundo compartido cuando despierta el día al encuentro con tu mirada, con
tus manos y tu abrazo.
Desde las horas de piedra que no pasan en el reloj de la espera
aprendí a vivir cada instante y llenarlo con sesenta segundos de vida.
Desde la habitación en duermevela de mis letras en sequía aprendí a escribir tu
ausencia con palabras de carne y beso, y rimé imposibles a contravía en el
folio de un sueño.
Desde el pentagrama mudo
de los sueños por nacer aprendí a cantar en colores la sinfonía en arco
iris de tu sonrisa de coral y primavera en mi ventana.
Desde el jardín ausente de las flores de tu risa aprendí a dibujar la primavera en cada letra y cada nota, en cada instante y
cada lugar.
Desde el momento supremo de sentir tu universo sobre mi piel
he guardado mis sueños en el cofre de un folio. Y he plantado una rosa
azul de tinta en la playa sonrosada de tu mejilla dormida.
Foto de Juan José Hernández Maldonado
https://youtu.be/uwHNqgPWLWQ