ELI, ELI
Había llegado el momento crucial, aquel instante preparado
desde tanto tiempo atrás. El cielo azul limpio de nubes, aquel cerro descarnado
en las afueras de la ciudad, aquella muchedumbre ansiosa de espectáculo.
El aire se llenó de insultos
e improperios mezclados con llantos sin medida y ayes de dolor. En un lado los
soldados intentando mantener el orden en aquel caos, en otro las familias que
lloraban sin consuelo, y en el medio …
Y de improviso una nube gigante, oscura como la noche sin
luna, y redonda como una rueda, se interpuso entre el cielo y la tierra, entre
las gentes y el sol, y se hizo la noche sobre el cerro, sobre la ciudad. Y la
gente huyó despavorida al tiempo que un terremoto abrió la tierra de levante a poniente.
En medio de aquel caos una voz trémula se oyó decir “ ELÍ,
ELÍ LEMÁ SABACTANÍ “ , y después “ TODO SE HA CUMPLIDO”, para acabar diciendo “
EN TUS MANOS ENCOMIENDO MI ESPÍRITU”.
Y mientras inclinaba la cabeza aquel espíritu ascendía más y más.
Y la nube redonda como una rueda y oscura como noche sin luna se encendió de
fuego y surcando el aire se perdió en la nada.
Y cuenta quién lo vio que desde aquel momento empezó la cuenta
atrás.
SAN JUAN 14, 1-12
La noche es oscura y cerrada llena de estrellas. El amanecer
es tan solo una esperanza que ni siquiera asoma por el horizonte. El tiempo
fluye como dormido sobre un aislado cerro descarnado, sobre una ciudad que
duerme.
De lo más profundo de las estrellas una luz destaca por su
brillo que se agranda cada segundo. En
un abrir y cerrar de ojos una forma difusa y transparente se ha situado sobre
el cerro.
En ese mismo instante se ha parado el tiempo, se han callado
los ruidos de la noche, y un silencio espeso se nota en el aire. Como saliendo
de la nada un rayo de luz sólida ha cruzado el aire, y ha llegado hasta una
losa de piedra redonda moviéndola de su sitio.
Al momento un brillo cegador ha surgido tras la losa dejando
en el aire un olor a tiempo discurrido, a espacio liberado. Tras ese tiempo una
suave brisa dorada se dibuja en el aire, y al momento dos seres se sientan junto
a la losa redonda.
Se ha apagado la luz sólida, ha cesado la brisa dorada y vuelven a
escucharse los ruidos de la noche. El techo del cielo vuelve a ser una alfombra
de estrellas, y aquella forma difusa y transparente es ahora una estrella más
sobre el cerro descarnado.
Mientras la vida recupera su ritmo el alba asoma con pasos de
amanecer en el horizonte. Entre los soñolientos olivos y los cercanos huertos
unas voces femeninas se les oye acercarse.
En la casa del Padre hay mucha moradas. ( San Juan 14, 1-12).
Finaliza una cuenta atrás y empieza otra.
En Oviedo y Turín están las llaves de esta historia.
Imagen bajada de la red
https://youtu.be/9HRt5UY1Gmo
Excelente!
ResponderEliminarMuchísimas gracias por tu comentario y tu visita.
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