sábado, 8 de diciembre de 2018


                                                        NUBE DE HIELO

Cuentan unos folios ya amarillentos  por el paso del tiempo que hubo una vez un sueño  al que  le llegó el turno de nacer, sin formas definidas, sin fronteras, transparente. Con las primeras luces del amanecer abría su mirada, espejo del universo, y se empapaba de colores dorados y rosas.

Y se hizo amigo de las nubes y del mar infinito, e inventaron juegos de colores en las cuatro esquinas del mar, y jugaron con el viento y se hicieron olas para jugar también con el agua. Sueño y mar, aire y agua compartían ese momento mágico cuando el alba abre la ventana del día y el horizonte se llena de luz    y matices con tonos irisados.

De la mano de sus amigos fue caminando ilusiones por las calles del día y aprendió a jugar con las sombras cuando el sol derrama sus abrazos por entre las calles encaladas. Conoció luego las cuatro estaciones de la vida, y paseó de la mano del verano y el otoño,  la primavera y el invierno, por senderos y horizontes  que cambiaban el paisaje de su piel mientras el tiempo caminaba de la mano de los días.

Los pájaros pusieron sinfonía de arco iris en su caminar en el pentagrama de la vida y así hizo de la música las cortinas vitales de su alma. Conoció después el atardecer, y  llenó de oro y rosa su mirada, y se hizo paisaje fundiéndose con un silencio infinito de tres segundos, cuando unos ojos se hicieron espejo de la tarde en una esquina del día.

Después  conoció la noche con su vestido negro de estrellas, o traje de luna llena cuando tocaba ir de gala. Y aquella luna le contó deseos escritos a la luz de su mirada blanca, y de anhelos prendidos en la almohada curva de sus dos cuartos.

Le contaron las estrellas cuentos de besos robados mientras las manos  intentaban contarlas, y también de promesas escritas en su paso fugaz en noches de luna callada. En un rincón de la noche, aquel que llaman madrugada, conoció unas formas azules que nacían al calor de un vacío infinito o de una alegría inmensa, o un deseo encadenado o un anhelo entre renglones.

Y pasó su tiempo entre aquellas paredes redondas, se hizo folio y letra, nota y música, lluvia y arroyo. Sentado al borde de la madrugada se hizo paso y tiempo, palabra y  camino. Y acudía feliz cada vez que su corazón quería ser azul en unas letras, fuese día o noche, mañana o tarde, un folio amigo y un bolígrafo humano se fundían por los caminos azules de los deseos a contravía.

Pero hubo un día que el sol no salió y no hubo amanecer. El horizonte era una línea difusa oculta entre nubes negras de tormenta. Se oyó la voz oscura del trueno y los dedos de los rayos rasgaban el cielo. Llovió ausencia y soledad en una cortina interminable y todo se volvió oscuro y callado.

 Aquel sueño   no acudió a su cita con el bolígrafo  y el papel. El frío congeló su corazón transparente, lo hizo una nube de hielo y escarchó su alma de silencios, y sobre aquel sueño se hizo el olvido.

Y cuentan que en las páginas amarillentas, en sus  últimas letras, casi borrosas,  aún puede leerse la palabra ESPERANZA. 


                                                
                                                Imagen bajada de la red
                                                
                                                https://youtu.be/Yz0D-29alSU

1 comentario:

  1. ¿ Cuándo recopilarás toda esta poesía desde tu ático en un libro para que podamos disfrutar de ella tus seguidores ? Maravillosa y bella poesía. ¡ venga Juan José, edita ese librito poético ya !

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