viernes, 22 de junio de 2018


                                                      UNICORNIO AZUL

¡Ya tenía un unicornio, y de color azul su color favorito!  En lo más  profundo de sus deseos, en lo más hondo de sus anhelos, en lo más transparente de sus sueños, allí en ese lugar donde brota la esperanza, una figura etérea se recortaba sobre las fronteras transparentes de un folio en blanco.
Había extendido sus madrugadas a solas a la luz plateada de la luna llena, había vivido sus días a la luz del sol en la almohada blanca de calles encaladas y labios rojos de tejas en flor.
Había hecho con la música las cortinas que adornaban el salón de estar de su corazón, y había puesto paisajes musicales en las paredes etéreas de un corazón en duermevela. Había hecho de sus pasos un camino con renglones azules, con puntos seguidos de abrazo infinito al amanecer, con punto y aparte cuando el sol se duerme y despiertan la luna y las estrellas.
Hizo de su mirada un espejo de mar y universo, donde reflejar las miradas que se perdían a la luz del ocaso, y aquellas que se encontraban en las puertas del amanecer, en la calma azul de un mar lleno de letras, de un folio hecho de besos.
Y soñó amaneceres abrazado a una realidad con ojos de universo, con atardeceres de la mano de una mirada espejo de la tarde. Y aspiró el aroma de mil jazmines a flor de piel, y sintió olas de seda y rosas al tacto infinito de unas manos hechas de olas en el mar de un abrazo.
En la arena encarnada de su boca ha guardado el tesoro de coral rojo que unos labios a punto de beso ha derramado sobre su boca, dejando un sabor de miel e infinito. Había guardado sus sueños en el terciopelo azabache de unas pupilas hechas de universo.
Sus caricias las guardó en la seda blanca de unas manos de rosa y miel, y sus sueños los durmió en una almohada de blanco infinito, entre los pliegues azules de letras en flor, en los caminos etéreos de renglones cobijo de los sueños.
Quedó anclado sus pasos en el puerto sin riberas de un bloc de playas  azules. Y su tiempo quedó dormido  entre una esfera sin final y un espacio sin números y sin tic tac. ¡Tenía un unicornio ¡ Y sonrió feliz como nunca había sonreído.
La ventana del día se ha abierto llenando de luz y aromas   una mesa cubierta de sueños y tapizada de música. Un folio en blanco recoge su espera  y la guarda entre renglones. A su lado un bolígrafo azul aún duerme cubierto con su capuchón.
Quizá esta noche u otro día, quizá aparezca el unicornio o quizás no, porque nunca hubo unicornios, ni siquiera los azules. 
 
                   
                                                Imagen bajada de la red
                                             https://youtu.be/zcQ5uID_JkQ          

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