LA DAMA DE LOS SUEÑOS
A los pies de las montañas azules, en la frontera sur de un plácido lago un extenso bosque pinta de verde las cercanas laderas. En aquel mundo los robles y castaños, olmos, hayas y cerezos cruzaban sus ramas en abrazo vegetal tapizando a su vez el suelo con el oscuro de sus sombras y el amarillo de algunas hojas caídas.
Orquestado con mil trinos de los pájaros aquel remanso era además un arco iris de colores cambiantes. De vez en cuando la niebla cubría el lago y el bosque, sea en jirones o en espesa niebla, como noche sin luna.
En una de las orillas, a los pies de un álamo negro, junto a un arroyo, un banco de madera invitaba al descanso y contemplación. Entre los tímidos rayos del atardecer una pareja se ha adentrado en el bosque y se ha sentado en el banco.
Entre miradas y besos cómplices han escrito poemas de amor con letras de anhelos y deseos, de sueños e ilusiones, mil proyectos de futuro que se han quedado escritos en el aire. En las ramas más altas del centenario álamo un vigilante búho ha hecho sonar su voz de alerta uh, uh, uh, y ha vuelto a otear el bosque.
Al otro lado del arroyo, no muy lejos de allí, una cabaña de troncos respira humo azul por una erguida chimenea. Unas manos han alimentado el fuego con nuevos troncos, y las llamas han danzado nuevos bailes entre el calor, la luz y el crepitar de las chispas.
De una estantería cercana ha escogido un viejo libro. A la luz temblorosa de las llamas pareciese que las letras bailasen danzas azules. Los dedos de la mano han recorrido los renglones mientras unas palabras en voz baja susurraban un encantamiento en claroscuro.
Una sonrisa se ha hecho espejo del fuego al terminar los susurros. Tras dejar el libro en la estantería se ha dirigido a la cercana cama y se ha tumbado cerrando los ojos. Se ha hecho el silencio en la cabaña, en el bosque, en las montañas azules.
El búho duerme en el álamo negro y un gato curioso mira el baile de las llamas. Los jóvenes hace tiempo se fueron del banco y ahora la niebla, tenue y casi transparente, envuelve el aire. La luna nueva se esconde tras el horizonte y todo está como suspendido en el tiempo.
Unas volutas de humo se elevan al cielo por encima de las ramas de los árboles, más allá de las nubes. Y llegan hasta la sala donde nacen los sueños. La dama de los sueños sonríe junto al fuego, mientras sus ojos se hacen espejo de las llamas y el corazón baila canciones de amor a la luz de los deseos.
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