LA OTRA CARA DE UNA HISTORIA
Aquella mañana del mes de Mayo florecía la primavera en todo su esplendor y el mar olía a espuma y sal entre las calles encaladas de Palos de Moguer. A la hora acostumbrada el pregonero hizo sonar su trompetilla llamando a los vecinos. Una vez congregados abrió un pergamino y procedió a leerlo, sin saber que aquella lectura cambiaría la historia.
Era una real cédula de los Reyes Fernando de Aragón e Isabel
de Castilla recordándoles una vieja deuda que ahora debían satisfacer. A saber,
debían costear y proveer de los víveres y enseres para dos carabelas, con tripulación incluida,
y ponerlas bajo el mando de un extranjero que vagaba por el pueblo hacía días,
y ahora de pie junto al pregonero y un monje de la Rábida miraba a los vecinos
entre serio y preocupado.
Dicho extranjero
proponía viajar por el mar del Oeste, zona de tinieblas y monstruos, aguas
desconocidas y misteriosas, hasta las
tierras del Gran Khan.
Protestaron aislados los vecinos, pero de nada servían
aquellas quejas ante la Real Orden, y
mostraron su enfado de la mejor manera a su alcance, NADIE quiso alistarse a
aquella loca aventura que anunciaba el pregón.
Poco a poco se fueron alejando los vecinos sin mostrar el
menor interés, pese a que el pregonero leyó varias veces el pregón junto al
monje y el extranjero ante la indiferencia del pueblo que cada vez atendía
menos.
Con un mar turquesa y un viento cálido en las velas una
carabela de nombre CONDESA enfila la salida del puerto de Palos con una carga
de sardinas con destino a Roma.
Ajeno al acontecer del pueblo Martin Alonso Pinzón, al mando
de dicha carabela, tenía además un encargo muy especial, llegar hasta el mismo
Papa Alejandro VI por orden expresa del Rey Fernando.
Una vez llegado a Roma
se encaminó al encuentro con el Papa. Tras unos días de visita y entrevista
Martin emprende la vuelta a casa trayendo un cofre pequeño bajo el brazo.
A su llegada a Palos lo reciben los monjes del monasterio de
la Rábida y sus hermanos Vicente Yáñez
Pinzón y Francisco Pinzón, así como el extranjero que dice llamarse Cristóbal
Colón, el cuál expone su proyecto de llegar a las islas de las especias, rica en oro y especias, metales y piedras
preciosas.
Al día siguiente el pregonero volvió a leer la Real Orden,
como cada día pero ahora junto al extranjero y los monjes están los hermanos
Vicente Martín y Francisco Pinzón apoyando la aventura. Y con la confianza que
estos les daban los marineros se apresuraron a alistarse.
Y se armaron dos carabelas y una nao, sus nombres se
quedarían guardados con letras de oro en el mar de la historia. La nao se
llamaba La Gallega, luego cambiado a Santa María, sería la capitana. Y las
carabelas La Niña, de primer nombre Santa
Clara, que luego cambió a Niña por su dueño Juan Niño. Y la Pinta
alquilada a Juan Quintero.
Y así una nao y dos carabelas se dispusieron para zarpar la
noche del 2 de Agosto de 1492, camino de
una aventura sin visos de realidad. Con las bodegas llenas de esperanzas e ilusiones y las velas
henchidas levaron anclas aquel amanecer, y las quillas dibujaron sobre el folio
azul del mar los renglones de una historia, de un mundo que cambió para
siempre.
Con un pequeño cofre bajo el brazo, oteando el horizonte y
sonriendo al nuevo sol Martin Alonso Pinzón alzó su brazo despidiendo a familia
y amigos.
El día 25 de julio de 1492
moría en Roma el Papa Inocencio VIII. Sobre su tumba en el Vaticano una lápida
con letras de bronce dice:
NOVI ORBIS SUO AEBO INVENT GLORIA
(SUYA ES LA GLORIA DEL DESCUBRIMIENTO DEL NUEVO MUNDO)
¿Cómo supo el Papa que se
llegaría a América?
¿Qué era lo que
contenía el cofre, qué documentos le dio
a Martín Alonso Pinzón?
530 años después las preguntas siguen sin respuestas.
Imagen bajada de la red
https://youtu.be/aCynyt9z8CQ
Es magnífico, mil gracias por compartir, me resulta súper interesante. Un abrazo grande.
ResponderEliminarMuchísimas gracias por tu opinión y por tu visita. Un abrazo fuerte.
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