AL SOLDADO DESCONOCIDO
Tiene el uniforme descolorido
y marcado por sudor y tierra, miedo y
sangre. La gorra calada hasta las cejas impide conocer su rostro, y una barba
de varios días esconde aún más su cara. Con dura resignación ha escuchado su
nombre para el último turno de guardia junto a las ruinas del viejo castillo.
Allá arriba, en la cima del cerro, la soledad es aún más dura,
susurra y muerde, alienta el miedo y atenaza el cuerpo. Allá abajo, junto al
arroyo los compañeros intentarán descansar y conciliar el sueño gracias a su
esfuerzo y al de otros como él que también harán su turno de guardia.
Las manos están ateridas por el frío, y las frota una y otra
vez buscando un poco de calor. Un viejo capote cubre su cuerpo mientras sus
piernas escriben pasos de norte a sur y de este a oeste, recorriendo aquel
minúsculo punto de mira que domina los cercanos cerros y los valles dormidos.
Al amparo de un chamizo de ramas y algunas maderas el
improvisado refugio protege del intenso frío y las heladas, mientras sus ojos
se afanan por ver más allá del horizonte que se extiende a sus pies, y sus oídos
leen en los ruidos de la noche buscando amenazas.
Encinas y alcornoques, matorrales y jaras tapizan una tierra
áspera y dura, donde el aire caliente quema en verano al respirar, y en
invierno el frío y las heladas muerden con colmillos de hielo y escarcha.
El cercano arroyo pone un cinturón de plata y vida a un paisaje que parece anclado entre la nada
y el tiempo.
Un poco más arriba del puesto de guardia, allá en el cielo,
las nubes que han estado bailando toda la tarde sobre los valles y los cerros
ahora se han juntado, y formando un techo oscuro han comenzado a llorar olvido
y soledad, resonando sus pasos de lluvia sobre las hojas de los árboles, sobre
la tierra muda, sobre un silencio oscuro que envuelve y empapa, que atrona en
los oídos y encoge el alma.
Intentando refugiarse de la lluvia se ha adentrado un poco
más sobre el chamizo de ramas y maderas. Rebuscando en los bolsillos ha encontrado
su petaquera de cuero y su mechero. Tras encender el pitillo ha dado una
profunda calada mientras ha cerrado los ojos, y sus pensamientos han volado lejos.
Y ha recordado a su familia, tan lejos y tan cerca ¿Qué habrá
sido de ellos, seguirán vivos? se ha preguntado. Malditas sean todas las guerra
ha pensado, mientras unas gotas de lluvia le han llegado hasta la cara
fundiéndose con unas lágrimas rebeldes.
Y piensa en un mañana cuando todo esto acabe. Volverá a su
casa, al lado de los suyos a intentar vivir y a olvidar si fuera posible.
Mañana, cuando se vayan estas nubes de guerra, cuando se haga de nuevo de día,
ha de haber una esperanza.
Mientras apura la colilla ha cerrado los ojos por enésima
vez. Y ha volado por encima de la lluvia, de las nubes, del tiempo.
¡Aquí hay algo! Aquella voz resonó sobre el cerro, sobre las
ruinas del puesto de guardia. La pequeña paleta y la brocha al remover la
tierra sacaron a la luz un trozo de un uniforme ya descolorido, manchado de
sudor y tierra, miedo y sangre.
Poco a poco se unieron más paletas y brochas hallando el
cuerpo de una persona. Decenas de años cubrieron
aquel cuerpo de olvido, silencio y tierra. No habrá letras para su nombre, ni
foto para su rostro, pero si lágrimas para su ausencia.
Decenas de años después, en un amanecer de primavera, un
abrazo digno de tierra acoge a un cuerpo, mientras una oración se eleva al
cielo pidiendo paz eterna para un soldado desconocido.
Foto de Juan José Hernández Maldonado
https://youtu.be/eTYRE7vMRs4
Pone el bello dé punta, me encanta, genial, gracias por publicarlo.
ResponderEliminarMuchísimas gracias por tu visita y tu comentario. Saludos.
ResponderEliminarTodos tus escritos me encantan ,pero este tiene una sensibilidad especial que llega al alma .
ResponderEliminarMuchísimas gracias por tus palabras y tu visita. Mi humilde homenaje a personas y vidas desconocidas para la mayoría, pero siempre presentes en sus familias.
ResponderEliminarQuerido amigo, mientras describías el escenario iban fluyendo las emociones. Palabras con las que muchos nos identificamos por haber perdido a un ser querido en circunstancias similares. Mi aplauso ante esta joya engarzada en la cruda realidad de un pasado que se resiste a ser olvidado y mi admiración más férrea hacia ti.
EliminarQuerida amiga. Es mi humilde homenaje a tantas personas, tantas vidas ignoradas en la historia, pero siempre presentes entre sus familias.
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