viernes, 1 de junio de 2018


                                                         BUSCANDO

San Isidro está de fiesta y la alameda es una sinfonía de colores nuevos y de aromas a primavera en flor. La gente se extiende por toda la arboleda llenando el aire de risas y alegría. El cercano  arroyo Cañuelo viste traje transparente de agua cristalina y canta canciones de fiesta al pasar junto a  la alameda.
Inhiestos de eterno verde los eucaliptos arropan con sus sombras a las personas que se han juntado a sus pies, y se cubren de los primeros calores del florido Mayo.
Sorteando árboles y traspasando risas unos pasos se van alejando por entre grupos de gente. Tras un tiempo caminando han llegado a un lugar conocido. Allí donde el arroyo hace un recodo, un remanso donde las ranas cantan y los peces parece que juegan  al escondite.
Allí donde un almendro y un limonero se dan la mano y juntan  sus flores para vestir de  blanco la primavera. Allí, en los brazos de sus ramas, unos jilgueros han hecho sus nidos y vuelan incansables entre trinos.
Los pasos se han detenido junto a unas piedras como descansando. Unos ojos de azul turquesa buscan afanosamente en la clara de la alameda, tras la cercana línea de eucaliptos. Y busca un recuerdo detenido en el tiempo, un sentimiento dormido entre el agua cristalina del arroyo y el trinar irisado de los jilgueros. Y su mente viaja hacia atrás, hacia ese tiempo que se quedó prendido entre el almendro y el limonero, entre las rojas amapolas y blancas margaritas.
Y cerró los ojos y volvió a ver el color de la primavera en unas pupilas de universo, en unos labios de rojo enamorado. Y sintió a la vez la seda de unas manos entrelazadas, y el despertar de la pasión de unas olas hechas caricias en el mar de su piel.
Sintió también la emoción de compartir un sueño tras una mirada espejo de la tarde, y compartió ilusiones mirando el horizonte hecho paisaje. Recordó el momento infinito de hacer un folio de la piel madera de un cercano eucalipto. Y grabaron un corazón con una flecha cruzada y sus iniciales unidas por un sueño y un deseo. Cogidos de la mano, mirándose, dejaron pasar el tiempo, lo único que no importaba.
De nuevo entre las gentes ha cogido una amapola y una copa de vino, y alzándolas hacia el cielo ha brindado sonriendo. Al otro lado de un folio con árboles de letras unos labios hechos besos han brindado en el aire una sonrisa, mientras los ojos se llenaban de recuerdos.  
 
                
                                      Imagen bajada de la red
                                      https://youtu.be/layW4vGC2uM

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