DOS MIRADAS
Hoy se encontraron dos mundos al borde mismo del universo del
día, en una esquina de la tarde. Hoy se encontraron dos pasos en un recodo del
tiempo, junto a un puente con voz de arroyo en flor y paisaje eterno de cañas
verdes.
Al borde de la tarde
se encontraron dos miradas al calor de un horizonte en espera, y huyeron las
palabras, y callaron las manos en silencio inmóvil. Y se encendió el momento
sublime de mirar y ser mirado, de encontrarse dos universos en el cielo de un
deseo, de entrecerrar los ojos diciendo sin decir, de un latir deprisa y
acelerado de dos corazones y un mismo latido, de un encuentro de dos corazones
en el aire de unas pupilas.
Sutil momento aquel donde un nombre llena el espacio que nace
entre la ilusión y la espera, donde ver encenderse estrellas nuevas en un
terciopelo oscuro de universo y bailar
al son de olas azules en una playa
encendida de letras.
Y el tiempo pasó sin pasar, sin ser notado, con dos miradas
ancladas en un mismo deseo. Y una fina lluvia de ilusiones a contratiempo fué
formando charcos de dudas con gotas agudas de naciente incerteza.
Un hombre detrás de la lluvia escribía deseos azules con
letras de ático en espera y una mujer vestida de amanecer dibuja paisajes de
esperanza a la luz de la alborada.
Y la inmensa noche de un lugar del futuro se hizo realidad en
ese fugaz momento de volar por el cielo de otra mirada.
Y la tarde se quedó prendida entre dos miradas, fundida en un
mismo deseo, en una calle del día.
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