AQUEL CORAZÓN
Huele la tarde a flores nuevas, a verde esperanza, a
primavera. Todo el patio es un canto a la vida, una paleta multicolor iluminada
con los dedos de oro del sol poniente, mientras la vida esparce su olor entre
mil corazones que laten en verde y barro, poniendo notas de olores al
pentagrama blanco de cal y tarde.
Sin saber por qué un
pensamiento escribió deseos en el aire, y con pasos impacientes subió las
escaleras hasta el olvidado desván. Dormido entre penumbras, solo algún dedo de
sol ponía luz a su sueño, vida a su soledad. En un rincón apartado, como no
queriendo molestar un viejo baúl guarda en su alma de madera, los sueños que un
día viviera un corazón que empezaba a amanecer, que descubriera la ilusión de
una mirada con ojos de universo, la voz susurrante y nerviosa de unos silencios
sonoros que gritaban ilusiones calladamente esquivos.
Aquel corazón supo de pasos perdidos tras las huellas de un
nombre que por doquier decoraba las paredes de su ilusión. Supo también de
pasos ora coincidentes, ora a contravía, por las calles del deseo, en las
esquinas del día. También vio como la tarde, ponía reflejos de oro y seda en el
terciopelo rosa de unas mejillas que se encendían de ilusiones cuando las
pupilas eran reflejo del ocaso.
Aquel corazón aspiró
la primavera naciente en el aroma de rosas rojas y blanco jazmín que el aire
hacía vibrar con notas de abril y brisa. Y sintió latir la vida cuando un verde
de espigas en flor ponía telón de fondo en unos pasos que escribían caminos con
letras azules de poniente y amapolas. Sintió también como el mar blanco de una
sonrisa infinita ponía música de olas y espuma de arena al encuentro causal de
dos ilusiones en el mar infinito de dos playas paralelas.
Envueltas en
sensaciones y sujetas con lazos de eternidad mil músicas guardaban el paisaje
sonoro de mil noches de arroyo y luna, de caricias entrelazadas con dedos de
helada y beso, ecuador y polo en un mapa de sentimientos. El ayer vuelve a su
realidad pasada, a su fue inmediato, al tiempo que la tapa del viejo baúl apaga
la luz en la hoguera del recuerdo.
Ha caído la noche
sobre el patio en flor, sobre el desván, sobre mis manos que acunan letras. Y
en el aire de este sueño del patio de mi alma en madrugada las rosas de tu
nombre y el jazmín de tu mirada perfuman mi amanecer con el aire de tu
beso.
Imagen bajada de la red
Un sin fin de colores en la retina..., es leer y convertise las letras en notas musicales.
ResponderEliminarUnos deslumbrantes dedos de sol.
Es la magia de unas vivencias guardadas en el desván del alma. Este ático no tendría alma sin la visita de otras letras y otras miradas, por ejemplo la tuya. Gracias por venir.
ResponderEliminarSiempre es un lujo pasar por aquí y disfrutar con tus escritos.
ResponderEliminarAmigo Angel, el auténtico lujo de éste ático es ser visitado por ilustres como tú. Un honor y un orgullo.
ResponderEliminarEl alma es nuestro desván ,nuestra mochila cargada de colores,frustraciones ,deseos,sueños y esperanzas que renacen con los resquicios de luz que ilumina nuestro particular ático en la vida .El día a día .
ResponderEliminarMaestras palabras la tuyas, TheVagabond. Mi desván y éste ático se iluminan con una nueva ilusión a la luz de tu visita. Gracias por venir y comentar.
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