martes, 29 de diciembre de 2015


                                        2ª PARTE  " EL DOBLAO  "  

El tiempo se ha parado junto a mí, jugando con agujas y tic tac, en un mundo redondo sin medidas, y ha traído hasta el hoy los aromas de aquellos días vividos. Como entonces he vuelto a sentir el olor de mis primeras miradas a contravía, a revivir aquellos silencios sonoros con los ojos perdidos en aquel universo negro que encendía ilusiones, a escuchar la tormenta de un corazón inquieto y el vuelo nervioso y azul de mis primeras letras.
He vuelto a sentir el calor de una sonrisa de mar abierto y el silencio oscuro de una mirada cómplice. He vuelto a leer el poema sin letras de los aromas a primavera recién nacida, a músicas en pentagrama en blanco, donde letras aún sin mensaje se encontraban por las calles de la vida con unas notas recién nacidas con olor a flores nuevas.
 Y fué pasando la mañana, el día y la tarde, como pasaron los años, y por pasar pasó el tiempo, y el reloj volvió a sus agujas y a su tic tac. Y se hizo la noche sobre el viejo doblao. Volví a cerrar el baúl con la emoción escribiendo emociones, todo volvió a quedar como estaba, como siempre.
Cerré los ojos y dibujé una sonrisa. Aquello que un día fui y  que un día sentí, seguía allí guardado, latente, vivo. Era mi yo más interno, más íntimo, más  yo mismo.
Al apagar la luz del presente, al otro lado de la realidad, sentado sobre el baúl, mi yo también sonreía. 
 
                                              Imagen bajada de la red
                                               https://youtu.be/TGIw60UKiKw           

sábado, 19 de diciembre de 2015


                                                               EL DOBLAO

Habían pasado los años, muchos años, desde la última vez, el último encuentro. Habían pasado cosas, muchas cosas, y pasó la vida, con sus luces y sus sombras, sus afanes e ilusiones. Hoy, me he  sentado al borde de la mañana, mientras el sol despereza los rayos de sus dedos, mientras la luz va dibujando la vida,  con sus colores entre las páginas azules de un cielo infinito de otoño, en el cielo amarillento de mil árboles desnudos, en las notas apagadas de millones de hojas muertas, en el eco susurrante de vidas que brotan al amparo de la lluvia y el tímido sol de Diciembre.
Hoy un sueño ha querido volver, ser la  realidad que un día fue. Y pidió prestada la llave del tiempo. Sin más equipaje que la emoción partió en este amanecer tras la estela blanca de una ola. Caminó madrugadas y regresó al lugar dónde pasaron por primera vez las primeras cosas. Y se llenó de colores  a golpe de diario amanecer, cuando el aire huele a esperanza.
Y llegó al fin a la otra realidad,  a aquel viejo doblao, aquel otro mundo donde un día quedase el yo que me habita, donde guardados quedaron aquellos días que fueron principios del hoy presente, hojas doradas en un libro que nace a golpe de versos y vivencias. Y al abrir de nuevo sus ventanas resuenan los acordes de mil músicas guardadas.
Las manos se emocionan e inquietan al volver a acariciar al amigo fiel, viejo compañero, rincón del corazón dónde quedó guardado el tesoro de unos años que despiertan a la vida. El corazón escribe inquietudes y una a una las vivencias se van desplegando con su carga de emociones.
Allá en lo más oculto, una vieja libreta guarda los primeros poemas escritos a la sombra de Bécquer y Espronceda y se asoman emocionados al aire de la vida. Aquellas letras sin nombre, gaviotas azules sin destino, surcaron el cielo de la tarde hasta perderse en el murmullo de un arroyo susurrante y el verde eterno de unas cañas enamoradas. Los ojos, bañados de emociones, recorren los días a golpe de poemas y música, tarde de sol poniente y noches de luna llena.  ( continuará… )
 
                                              Imagen obtenida en internet.

                                                 https://youtu.be/FZpKIoa6FOM

miércoles, 9 de diciembre de 2015


                                                     AQUELLA NAVIDAD
Contaba Diciembre sus primeros días en el calendario, el frío recorría las calles casi vacías mientras el ocaso pintaba de atardecer las puertas de la noche. Como cada tarde un grupo de niños se ha reunido en la Plaza de la Fuente de la Bellota. Centro de juegos infantiles y escenario del transcurrir de mil vidas, aquella tarde, una más, se fué llenando de voces y risas, de juegos infinitos llenos de alegría.
A la luz de una farola de acero con tres focos, la plaza se hizo, un día más, el teatro de los sueños donde escribir sonrisas al calor de la infancia. El tocadé, los santos, los cuatro árboles o esquinas, aceitero – vinagrero, y mil juegos más formaban repertorio en la mochila de la ilusión. Cómo una pieza más en el puzzle de los juegos, la vieja Fuente de la Bellota sonreía con voz de granito y agua eterna. A su lado los rosales recién plantados guardaban bajo sus hojas nacientes las promesas de sus capullos aún dormidos, aguardando la tibia caricia del sol de febrero.
En una esquina, como ajena, una cabina de teléfono esperaba con su puerta abierta ansiando esa llamada nunca hecha o que nunca llega. A los lados de la plaza unos bancos de metal ayudan a descansar,  y son punto de reunión para contar y oir historias a la luz de mil memorias.
Y en el centro de la plaza, como reina y señora, una imponente acacia mimosa, sonreía en verde turquesa con las voces de los niños. Amiga y cómplice, aliada y compañera, extendía sus brazos vegetales para abrazarnos con la tierra madre y cobijarnos a la sombra de sus hojas eternas.
Aquella tarde la acacia lucía especial. Aparecía radiante, con luces de colores por sus ramas, era aún más grande y hermosa. Todos los niños hicimos un corro entorno a ella mientras cantábamos villancicos, llenando el aire de fiesta y alegría.
Aquella Navidad fue testigo y protagonista de noches de ilusión y música a la luz de sus bombillas de colores y sus hojas de verde eterno. Y fue testigo del paso de una familia camino del cobijo de un portal, y fue faro en el caminar de Tres Magos que buscaban la Luz recién nacida.
Y una tarde infausta unas hojas amarillas y secas llenaron de tonos ocres su manto verde, y luego fueron más y más aún. Nuestra amiga la acacia se estaba secando, sin nosotros saberlo nuestra amiga agonizaba sin remedio. Una mañana de Enero, gris y lluviosa como el olvido, su cuerpo sin vida oscuro y muerto se retiró de la plaza, llenando de vacío y soledad  su hueco eterno.
Hoy, muchos años después, su imagen y su recuerdo reviven en mis letras, mientras sus flores amarillas  perfuman su memoria cada Navidad en la Plaza de la Fuente de la Bellota.  
 
 
                                              https://youtu.be/ukDSju1u1_I