miércoles, 29 de enero de 2014


                                                      SUEÑOS DE CIRCO 


Se ha hecho un silencio profundo en las abarrotadas gradas. Bajo la carpa circular mil miradas ansiosas y expectantes  se enfocan hacia la pista iluminada por un enorme  foco de luz. Rompiendo el sonoro silencio, hacen su entrada a la misma unos personajes peculiares sacados del libro de la fantasía, con trajes y  adornos llamativos……. comienza el espectáculo. Son uno y son varios y todos a la vez  conjuntan un verso en acrobacias y malabares, un arco iris de piruetas que hacen que las gradas derramen sus gotas de aplausos sobre la multicolor escena. Las mazas trepan por el aire, tras acariciar el techo descienden alegres dando vueltas en pos de las manos que las volverán a lanzar aún más arriba. Luego vendrán los aros de colores con sus vueltas infinitas, y las sillas, con su inestable equilibrio, y las copas de cristal en su bandeja y las bicicletas de una rueda, y la guitarra sin cuerdas, que suena cómo un ángel y las caídas sin daño. La pista se llena de fantasía escrita con esfuerzos y risas. A ambos lados de la misma mil almas embobadas encienden sus sonrisas al compás de la música y los ojos se abren en un asombro infinito, en una Oooh!  inmensa de sus labios trazada en el aire. Mil manos nerviosas dibujan rimas imposibles de gestos en el lienzo blanco del aire. Los pequeños pies bailan inquietos el baile sin acordes de las emociones a flor de piel, sentimientos que desbordan y abrazan sus almas. Y sus manos se agitan rompiendo el aire, acariciando gratitudes para encerrarlas en las diminutas copas de unas manitas, para entregarlas en un aplauso como un trofeo. Bajo la lona gigante, un abrazo infinito, una sonrisa inmensa, una alegría desbordante dibuja sobre la arena mágica de la pista la mayor de las esperanzas, la llave del mayor tesoro del mundo. Y mientras tanto, bajo capas de maquillaje y abalorios unos niños de muchos años, sonríen felices de hacer reír. Son los primeros de los niños, ellos más niños que nadie, niños que nunca dejaron ni dejarán de ser niños.
 
 
 
 
        Música recomendada : Circus Dreams. Autor Michel Hoppé. Album : Simple Pleasures.
 

miércoles, 8 de enero de 2014

                                  LOS REYES DE ISABEL

Los ojos infantiles se abrieron en arco iris ante el mundo de ilusión que se dibujaba tras el cristal del escaparate. Uno a uno los niños fueron llenando sus corazones de emociones con forma de juguetes, que señalaban emocionados con los lápices mágicos de sus dedos de cinco años. Y el cristal se llenó de deseos con mil formas y colores que cada uno de los niños hizo suyo en su lista interminable de ilusiones. Unas veces fue el scalextric o el tren eléctrico, el fuerte del oeste americano, con sus vaqueros y sus indios o el traje de fútbol del equipo preferido o el balón de fútbol o …. y los juguetes uno a uno fueron teniendo dueños, mientras el aire se llenaba de villancicos y corríamos después a ver el portal de belén de la iglesia. Con la emoción contenida y los nervios a flor de piel arropábamos nuestras ilusiones con las sábanas de la espera, ansiosos por mirar al amanecer bajo nuestras camas esperando los regalos en esta noche sin igual, noche de Reyes, noche mágica.
El alba me despertó con un tibio rayo de sol tras los visillos blancos de la ventana. Ansioso miré bajo mi cama y como una ofrenda dos regalos aguardaban a mis inquietas manos y nerviosos ojos. Inundado de felicidad acaricié el balón de fútbol y el juego de raquetas de ping- pong. La magia había funcionado, y allí bajo la cama sus majestades dejaron sus regalos.
Isabel era una más entre nosotros. No tenía familia en el pueblo y se ganaba la vida haciendo recados para la gente, limpiando casas o llevándoles el agua desde el pilar viejo o la fuente de la bellota. Cada quién le daba lo que podía, unas veces fue comida, otras fue ropa o cachivaches que ella guardaba en su casa como un tesoro, las menos de las veces algún dinero para ir tirando. Era al caer la noche cuando Isabel venía a casa. Fiel a su cita se sentaba junto a la mesa camilla y al calor del brasero nos contaba su quehacer cotidiano, su diario devenir, sus cosas, al compás del tic tac y un vaso de leche caliente migado de pan. Poco a poco vencida de sueño y cansancio la acompañábamos hasta su casa, y así hasta el día siguiente, copia del día de ayer e igual al de mañana. Puntual como siempre hoy día de Reyes, Isabel llegó a casa al caer la noche, sonriendo nos dio un beso y se sentó en su lugar de siempre. Tras desgranar el día al compás de un polvorón y su leche caliente, sus manos curtidas abrieron un envoltorio. Un olor ce canela tostada llenó el aire y un puñado de galletas aparecieron entre sus manos cómo la mejor de las magias. Había gastado su ganancia del día en comprar aquellas galletas para compartirlas con nosotros, eran sus Reyes, nuestros Reyes.

Hoy, cincuenta años después, mi mañana del día de Reyes sigue oliendo a galletas de canela en recuerdo a Isabel.

                                           http://youtu.be/n-Iu5WieAPg