sábado, 21 de diciembre de 2013


                                    EL CÁNTARO

En un rincón solitario, como separado de la realidad, cubierto de olvido y polvo, el viejo cántaro guardaba tiempos en su matriz de barro. Un día cualquiera, cuando ni el tiempo recuerda, fue a nacer nadie sabe dónde. Unas manos amorosas le dieron forma y al calor del horno de la vida su piel barro se hizo fuerte y su alma de arcilla y agua se agrandó para hacer de su matriz refugio y cueva, despensa y baúl de vida líquida. Dejó su cuna ignorada y viajó quién sabe por dónde, conoció inviernos de oscura alacena y calores de despensa en los veranos. Cubrió su voz de arcilla con tupido velo de corcho para guardar en lo profundo de su alma aquellas esencias que en su matriz atesoraba. Guardó un tiempo el oro verde del aceite recién nacido, con aromas de olivos y dehesa, con sabor de inviernos y tierra madre. Luego conoció el color del día a lomos del hermano burro en pos del tesoro del agua y aprendió a bailar al son del paso animal en el salón de baile de unas aguaderas. Guardó en lo oscuro de su vientre la frescura del agua ante el fuego del dedo del sol. Y fueron pasando los días y con ellos el tiempo de ser necesario. Cada vez fueron más largos aquellos días de oscura alacena sin sentir una caricia líquida en su vida de barro. Y con el pasar de los días pasaron también los años, fundidos en la negrura de la habitación a solas.
Un año más llegó Diciembre y al calor de una candela hermana una idea fue tomando forma. El viejo cántaro sintió una mano amiga sobre su piel barro, mientras la idea se formaba ante su único ojo la vida escribía para él nuevas sensaciones y sintió el cosquilleo de lo desconocido. Una tarde, al anochecer una inmensa luz llegó hasta él y se adentró en su cuerpo. También llegaron unas figuras buscando refugio y abrigo. Al son de una música, su alma se encendió y todo él se llenó de felicidad. Aquellas figuras comparten hoy vida e ilusión, la misma que nació un día cualquiera en un lugar cualquiera, la misma ilusión que hace que dos ángeles de cabello de oro enciendan cada año la Navidad cantando villancicos ante la Vida que nace en el interior del viejo cántaro.
 
 
 
 
 
                                                            http://youtu.be/vTiinXs361s 

A Manolo y Mª Jesús, Sara y Cristina, que encienden cada año la Navidad con la ilusión de un viejo cántaro.
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
   

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