MADRETIERRA
Hoy vengo a ti, madretierra, cuando el otoño va vistiendo de ocre y lluvia tus dehesas y olivares. Voy llegando a ti,
padrepueblo, y el paisaje se llena de tierras hambrientas de semillas y
sedientas de esperanzas. Los cauces secos de tus arroyos, cual venas hoy
dormidas, esperan ansiosos el llanto de las nubes para ver correr la sangre
incolora del agua cantarina. Los orgullosos olivos, troncos curtidos en mil
dolores, se retuercen un año más, extendiendo sus ramosos brazos en el aire de
octubre, preñados con las perlas
esmeraldas de las aceitunas, que inclinan sus cabezas en oración en verde y
negro en pos de la vida en forma de gotas de agua. Las centenarias encinas se
reúnen en corrillo, un año más, para cantarle piropos y versos a la madrencina, y muestran complacidas sus tocados bellota y
cascabullo. Versos que un día rimara Luis Álvarez Lencero, alma universal
y corazón campillejo, haciendo
himno y oración a la belleza vegetal.
Canta el aire canción de olor a tierra, olor
a surcos preñados y melodía infinita de vida latente, que aguarda ansiosa
la caricia cálida del sol de otoño para hacer crecer la vida en la matriz ocre
de la tierramadre. Las notas líquidas de
una canción vienen cayendo lentamente al compás de la batuta del aire, que pasea
orgulloso, perfumado de otoño, por
cerros y valles, dehesas y bancales, llenando de esperanzas las manos abiertas
de la tierra. A la vera del Guadámez,
del Matachel y el Budión, la Andihuela y el eterno Cañuelo, las arboledas
visten traje caduco de sueños amarillos, que colgarán mañana de la percha del
olvido y caerán al suelo para ser abono de nuevas ilusiones. El camino apunta hacia el presente
y un tímido rayo de sol escribe luz sobre el horizonte cercano. Entre las
piedras dormidas de un viejo majano derruído una flor asoma entre las rendijas pétreas. Entre
sus pétalos aún sellados, escrita en
arco iris, se despierta sonriendo la esperanza.
Como siempre, precioso! Lleno de nostálgica melancolía y relajante armonía. Hasta pronto!
ResponderEliminarGracias María, una vez más, por encender en mi ático la luz de tu presencia.-
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