sábado, 7 de julio de 2012

                                               SARA
Se marchaba julio en las hojas del calendario cuando llegaste a mi vida. Tanto tiempo de espera se unió en tus carnes, tanto sueño se hizo realidad en tus ojos, que cuando te ví por primera vez supe que eras alguien muy especial. Cada vez que podía iba hasta tu casa para verte, y así hice de mis brazos una cuna para ti, para mecer tus primeros sueños, y alguna vez te canté una nana en el silencio del comedor a oscuras, hasta que se apagaban los diamantes de tus ojos. Alguna vez sostuvo mi mano la cucharita donde comías, y alguna vez jugamos juntos mientras tu madre te lavaba, y luego ya  limpita y oliendo a colonia, como nosotros en días de domingo, tu madre te ponía en mis brazos, mientras embobado acariciaba las rosas encarnadas de tus mejillas en flor. Y  fuíste llenando los días de horas de juego interminable, de minutos infinitos de felicidad, de segundos eternos de alegría. Y mi vieja cámara de fotos te buscaba en cualquier rincón, en cualquier momento, y con su lápiz de luz y su ojo mágico dibujaba tu retrato en el espejo de una foto. Y así te dibujó entre muñecas, jugando con Manolo, tu padre, en un sillón, de pié, cuando tus piernecitas apenas te sostenían, o en tu cama recién despertada. Y te buscaba por los rincones de la casa, mientras tú, como una ardilla pequeñita recorrías  el pasillo de principio a fín y buscabas tras las cortinas o las puertas o bajo las sillas la cueva maravillosa donde  esconder tu risa, la misma  que abrías feliz cuando te encontraba. Y fuíste creciendo, y descubriste otro mundo donde había seres como tú, pequeñitos, maravillosos, donde empezaste a vivir la aventura de la vida. Y seguí buscándote y hallándote, de pastorcilla en un belén o de… no sé qué en un carnaval. Y así fuíste llenando mis días, con una sonrisa en los labios y una luz de esperanza en los ojos. Un día, mi destino hizo que el barco de mi vida pusiese rumbo a un futuro distinto, a un puerto diferente. Y llené mis maletas de ilusiones y esperanzas, y también de recuerdos, y así llegué hasta ésta otra orilla, donde lucho y me afano, vivo y amo, donde hallé la otra mitad de mi vida, la que buscamos afanosos, y que hoy pinta mis amaneceres con el arco iris de la felicidad. Y aquí entre ruidos y cables, gentes con sabor  y olor a mar, aquí donde la  distancia se mide a golpe de añoranza, donde los atardeceres se tiñen de oro en el espejo del mar, aquí donde la noche no duerme y se escriben mil historias en cada rincón y cada segundo, aquí guardada en el corazón te recuerdo hoy. Y pienso en aquella muñeca de cabellos de oro, y añoro impotente sus besos al salir de la escuela y el abrazo verde de sus ojos infinitos. Y un día, casi sin querer, sin darnos cuenta apenas, te brillarán los ojos de forma especial, e ilusionada me hablarás de tu primer amor. Y te escucharé feliz mientras unas lágrimas rebeldes recorrerán mis mejillas. Así veré como aquella muñeca de cabellos de oro se vá para no volver, al país donde yace dormida nuestra lejana infancia. Y con el  adiós a la niña daré la  bienvenida a SARA,  la mujer, que nada más nacer llenó mi corazón de alegría, y hoy que se casa llena mi alma de orgullo.-
A Sara Valenzuela Caballero, en el día de su boda.
A Manolo y Mª Jesús, sus padres, por tanta alegría compartida.
http://youtu.be/peWWBdyFD30

4 comentarios:

  1. y a mi no me das las gracias por acordarme siempre de ti?? jum jum

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  2. Cada vez que lo leo me gusta más...me encanta.

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