sábado, 19 de mayo de 2012

                                               GOLONDRINAS


Hoy miré en el libro en colores de los recuerdos, a través de la ventana de mi ático, y en sus primeras páginas resalta con brillo dorado en sus letras eternas la historia de dos golondrinas  que vivían  en la cuadra de mi casa. Sobre el techo de madera y anclado a los maderos un nido de golondrinas llenaba la vieja cuadra  de alegres trinos, cortando el aire con mil piruetas y poniendo un toque de vida, de música y colores a la deshabitada cuadra. De  aquel primer nido fueron surgiendo más y más, al final un día conté nueve casitas de barro, nueve ilusiones en el blanco y negro de sus plumas, nueve esperanzas colgadas del techo, nueve rimas que cada día  se escribían en el cielo de un hogar común y que mi infancia guarda y atesora en un rincón del alma. Con el pasar de los días aquellos nidos llenos de ilusión se fueron llenando de otras vidas en miniatura que empezaban la aventura de la vida bajo el techo de madera. Siguieron pasando los días y aquellos polluelos levantaron el vuelo un buen día y poco a poco los nidos fueron quedando vacíos. Un buen día al mirar, como tantas veces, aquella colonia tan sólo descubrí una pareja de golondrinas con dos polluelos en su nido de barro, los demás habían levantado el vuelo en busca de otros cielos donde volar, otros campos donde hallar comida, en una búsqueda de otros horizontes para los nuevos miembros que llegaban a la numerosa familia, sin perder por ello los lazos con la pareja  que quedaba en la vieja cuadra donde, de vez en cuando, se reunían compartiendo momentos inolvidables. Fueron pasando los años y las viejas golondrinas dejaron el paso a nuevos vástagos, que a su vez llenaban  otros cielos y otros campos de vida, otros mundos  con las filigranas en blanco y negro de sus vuelos. Hoy, que han pasado muchos años, que el olvido es dueño de la vieja cuadra, que la soledad y el polvo, el vacío y la ausencia llenan las viejas paredes, hoy, miré por última vez  hacia aquello que fue un mundo de vida. Hoy, entre los brazos cálidos del atardecer campillejo, cerraba sus ojos la ultima de las golondrinas mayores. El azul de mar de sus ojos cubrió el cielo y abarcando a todos con la mirada hizo en el aire de la vieja cuadra su postrera rima, su filigrana más querida y más difícil, abrió sus gastadas y ya rotas alas y abrazando a todos con su azul mar emprendió el vuelo eterno camino del cielo. Cuando pude secar mis lágrimas miré al cielo y en lo más alto vi como ocho hermosas golondrinas lo recibían mientras en el techo de la vieja cuadra sonaban los trinos más bonitos que jamás se oyeran. En su memoria  estas sencillas letras como homenaje.
http://youtu.be/syMfdVOgpRM

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